Fernando Botero ya se había casado dos veces, con Gloria Zea, madre de sus hijos Fernando, Lina y Juan Carlos y con Cecilia Zambrano, mamá de Pedrito, quien falleció a los 4 años. En una cena, en París, en casa de la marquesa de Crussol, el pintor y escultor se cruzó por primera vez con Sophia Canellopolos. Aunque le pareció una mujer ‘divina’, no fue hasta dos años después cuando, ya separado por segunda vez, la contactó. Fernando y Sofía comenzaron a encontrarse para hablar de arte, pero poco a poco fue naciendo el amor entre ellos. Así comenzó su historia como pareja, pues la escultora decidió terminar su matrimonio e iniciar una relación con el pintor antioqueño, con quien se casó en 1978. Estuvieron juntos por 48 años, hasta que la muerte los separó.
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La relación entre Sofia Vari y Fernando, Lina y Juan Carlos, los hijos del pintor Fernando Botero, era entrañable. La artista, madre de Ileana, siempre deseó tener una familia numerosa.
Sophia Vari una griega que amaba a Colombia
La esposa de Fernando Botero, Sophia Canellopolos, nació en Grecia, en 1940. Aunque vivió la primera época de su vida en Suiza, regresó a su país natal y fue su abuela, que llevaba su nombre, quien le inculcó el amor por el arte. La hija de Ileana Frankopoulos y Petros Canellopolos quiso, en primera instancia ser bailarina y también tocar piano, pero terminó por inclinarse por la pintura y más adelante por la escultura, el arte de su padre. Estudió en Inglaterra, en la Academia de Artes de Florencia y en L´'Ecole des Beaux Arts, en París. Se casó con el empresario Jean Bouboulis y tuvo una hija con él, llamada Ileana, hoy propietaria de una galería y madre de Pierre.
Sophia Vari, quien decidió cambiar su apellido por uno que rindiera homenaje a su lugar natal, ubicado cerca de Atenas, que había sido refugio de su familia y donde se encuentra la casa de sus ancestros, vivió con el maestro Botero una relación donde primaba la libertad, pues, aunque se amaban y admiraban, no estaban dispuestos a repetir errores del pasado, así que respetaban sus espacios individuales y establecían un espacio de método donde podían expresar libremente si decidían tener tiempo a solas. Trabajo individual, almuerzos por separado, concentración absoluta en sus obras, pero también, por mutuo acuerdo, cenas fuera de casa, en algún lugar romántico y tiempo para reunirse con amigos.
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Fernando Botero y Sofia Vari acordaron ser felices
El maestro Botero y Sophia Vari, su gran amor, tenían organizados sus tiempos y dividían sus días en varios lugares: París, Nueva York y Pietra Santa (Italia). Estos viajes los hacían juntos, pero tomaban un par de meses para disfrutar por separado, de sus raíces: Botero se dirigía a Colombia, para ver a los familiares, mientras Vari hacía lo propio en Grecia. El pintor y la escultora eran ciudadanos del mundo, pero encontraban en nuestro país sus afectos, tanto que la esposa de Botero declaró en varias ocasiones que Colombia era uno de sus lugares predilectos. Vari siempre acompañó al famoso artista paisa en cada una de sus muestras, y él fue su acompañante número uno en cada exposición suya.
La artista griega, que batalló durante 7 años contra el cáncer y a pesar de su estado, pudo celebrarle a su esposo su cumpleaños número 91. Murió a los 83 años, el viernes 5 de mayo, en Mónaco. Su partida deterioró la salud de Fernando Botero, quien además padecía de parkinson. Lina Botero, hija del artista, quien habló con W Radio, declaró que su padre será sepultado en Pietra Santa, en La Toscana, junto a la mujer que conoció en una cena en París. “Ya está con Sophia, el amor de su vida, su compañera durante 48 años”.
